Mañueco arruga a Vox, mientras Mazón se pliega a la extrema derecha

El presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, desdeñó el pasado 26 de marzo las condiciones de Vox para alcanzar un pacto presupuestario en la Comunidad. El portavoz parlamentario de extrema derecha, David Hierro, le dejó el documento sobre el atril de las Cortes. El presidente Mañueco, cuando subió después a tomar la palabra, no dudó en arrugarlo y tirarlo al suelo. Un gesto que no hubiera pasado de ser una mera escenificación propia de los debates parlamentarios, si no hubiera sido porque pocos días antes, en concreto el 17 de marzo, el presidente del Gobierno valenciano, Carlos Mazón, abrazó uno por uno todos los postulados de Vox en una comparecencia en la que anunció un acuerdo presupuestario con la extrema derecha.
“Ustedes no pintan nada aquí”, les recriminó Mañueco a los procuradores de Vox, a los que recordó que es su dirección nacional la que toma las decisiones por ellos, en referencia al abandono del Gobierno de coalición.
“A este gobierno no le chantajea nadie, ni usted, ni nadie”, espetó el presidente castellano y leonés al portavoz ultra, unas palabras que a buen seguro retumbaron hasta el punto de hacer temblar los cimientos de la sala de máquinas del Palau de la Generalitat Valenciana.
Aunque es cierto que el contexto en Castilla y León es preelectoral, lo que hace que a Mañueco le interese acentuar sus diferencias con los que hasta hace poco eran sus socios de Gobierno, no es menos cierto que el control que tiene del partido y su posición de liderazgo frente a Génova le permiten unas licencias con las que Mazón no puede ni soñar a día de hoy.
El presidente valenciano se encuentra en una situación de debilidad extrema tras su pésima gestión el día de la trágica DANA que dejó 228 fallecidos en la provincia de Valencia y no tuvo más remedio que humillarse públicamente asumiendo los postulados de Vox para aprobar unos presupuestos que le otorgan algo de aire cuando está en plena respiración asistida.
Como si del propio Santiago Abascal se tratara en cualquiera de sus intervenciones en el Congreso de los Diputados, el dirigente valenciano del PP cargó contra el “dogmatismo climático”, contra el Pacto Verde Europeo y contra las políticas migratorias asegurando que la Comunitat Valenciana “ha rebasado el límite de su capacidad” y “no admitirá más repartos de inmigración ilegal que promociona el presidente Sánchez”, además de buscar “fórmulas legales” para que los menores no acompañados “puedan volver con sus familias”. También anunció recortes en las ayudas a los sindicatos, en materia de memoria histórica, promoción del valenciano o ayuda a los refugiados de Palestina.
Puntos todos ellos muy parecidos a los que plasmó Vox en el documento que Mañueco arrugó, en un evidente gesto de desprecio que luego quiso matizar, afirmando que no se lo tomó “como una propuesta formal y seria, escrita y negociada desde Castilla y León” e insistió en que no acepta “ni como presidente ni como Gobierno imposiciones, amenazas e intentos de chantaje”.
Preguntado por el hecho de que esas mismas propuestas de Vox han sido aceptadas por el presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón (PP), Mañueco dijo que él habla desde su responsabilidad como presidente de Castilla y León.
Sin embargo, existe una evidente contradicción que salpica a la dirección de Génova, puesto que Alberto Núñez Feijóo validó el acuerdo entre Mazón y la extrema derecha. Al respecto, el portavoz de la Junta de Castilla y León, Carlos Fernández Carriedo, confió en que el líder nacional del PP mantendrá su perfil “muy respetuoso con los presidentes autonómicos”. Unas contradicciones que no hacen sino cuestionar el liderazgo de Feijóo al evidenciar que no existe una estrategia clara con la que atajar a la extrema derecha de Vox.
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